martes, 16 de abril de 2013

POR NUESTRA PROFESIÓN


Mi entrada de hoy va dirigida a nuestra profesión. Para comenzar me gustaría hablar del mensaje de reconocimiento que el escritor José Luis Sampedro nos hizo a toda la enfermería con fecha de 23/10/2010.

Mensaje de reconocimiento del escritor José Luis Sampedro para la enfermería:

“Hablo – contaba Sampedro- con la experiencia de una muy grave estancia en la cama de un hospital y una permanencia de tres meses, las veinticuatro horas de cada día, como acompañante de una enferma hasta que falleció. Esta última dolorosa experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras, llegando a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no las veis los médicos, pues para mí, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino compañía, esperanza, alivio, seguridad y confianza”.
 
“Cuando se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso? Si era la enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a mi enferma y a mí al abrirse aquella puerta”.


“Y es que la enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía para la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el tiempo, alguna enfermera pasó a otros servicios.... Pero de pronto abrió nuestra puerta, sin obligación alguna, sólo para preguntar y para demostrarnos el interés directo que habían llegado a tomarse. Y más de una vez, en los pasillos, me manifestaron con emoción ese interés refiriéndose a la persona que yo acompañaba”.

“Para terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los profesionales y a la técnica. (...). Mis enfermeras, pues las quiero llamar así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor seguridad y eficacia”.

“En fin, abandoné el hospital tronchado por la inevitable desgracia, pero admirado y lleno de cariño hacia un grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan”.

José Luis Sampedro (1917-2013) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
Aprovecho esta alusión a este personaje de la literatura ya que recientemente ha fallecido y así agradecerle de todo corazón su mensaje. Me alegra que personajes de esta categoría personal y profesional miren, admiren y hagan público estas vivencias ligadas a los profesionales de enfermería.

Enlazando el mensaje del escrito con mi entrada me gustaría hablar del reconocimiento social existente acerca de nuestra profesión. Ya que si en alguna cosa existe un amplio consenso en relación a la enfermería es su dificultad para hacerse claramente visible e identificable (1)

Históricamente partimos del supuesto teórico, verificado empíricamente, que la profesión de enfermería es propia de las mujeres. Se han asociado en muy diversas sociedades y culturas, y a lo largo del tiempo, el acto de cuidar con el género femenino. Y además, mientras que la mujer ha permanecido invisible, recluida, sumisa y sin ningún prestigio social, la enfermería no ha existido como profesión. Podemos decir que la influencia del género en la profesión enfermera, ha provocado una falta de reconocimiento social de la misma, al estar asociados de forma simbólica los cuidados enfermeros a las cualidades intrínsicamente femeninas. Pero poco a poco esta visión está cambiando (2). Actualmente son más el número de hombres que estudian y se dedican a esta profesión, por lo que es un cambio positivo, si nos apoyamos en la influencia del género en la profesión.

La enfermería es una profesión que ha sufrido del estereotipo público durante mucho tiempo, estando sujeta a ser vista como una profesión predominantemente femenina, bajo el mandato médico y sin un campo competencial propio. De la bilbiografía consultada se puede concluir que la enfermería es una profesión poco visible y profundamente desconocida, ya que la sociedad todavía no reconoce plenamente la competencia, autonomía e independencia de las enfermeras, existiendo una tendencia a verla como una profesión inferior a la medicina y bajo su sombra. De modo que la mayoría de la población ignora que la enfermería tiene un campo competencial propio, relacionándola estrechamente con “tareas” y confiando en ella para las actividades que se le han asociado tradicionalmente. No obstante, se empiezan a vislumbrar otras funciones del personal de enfermería, y se va percibiendo como una profesión menos relacionada con la feminidad y más preparada que antaño (1).

He escrito sobre este tema ya que considero importante que como profesionales de enfermería, debemos reflexionar sobre lo que hemos logrado y dónde estamos, para así poder definir bien lo que somos y lo que queremos ser y proyectar a la sociedad la imagen real de nuestra esencia como profesionales que somos.

Nuestro comportamiento se refleja en nuestra imagen, por eso somos los primeros responsables de este aspecto ante la sociedad. Si como profesión no somos capaces de “transmitir”  lo que somos y podemos ofrecer, difícilmente la sociedad entenderá nuestra disciplina.

 


BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

1. ERRASTI-IBARRONDO, B.; ARANTZAMENDI-SOLABARRIETA, M.  y  CANGA-ARMAYOR, N.. La imagen social de la enfermería: una profesión a conocer. Anales Sis San Navarra [online]. 2012, vol.35, n.2, pp. 269-283. ISSN 1137-6627.  http://dx.doi.org/10.4321/S1137-66272012000200009.

2. ARROYO RODRIGUEZ, Almudena; LANCHARRO TAVERO, Inmaculada; ROMERO SERRANO, Rocío  y  MORILLO MARTIN, Mª Socorro. La Enfermería como rol de género. Index Enferm [online]. 2011, vol.20, n.4, pp. 248-251. ISSN 1132-1296.  http://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962011000300008.


 


 

1 comentario: