Mi entrada de hoy va dirigida a nuestra
profesión. Para comenzar me gustaría hablar del mensaje de reconocimiento que
el escritor José Luis Sampedro nos hizo a toda la enfermería con fecha de
23/10/2010.
Mensaje de reconocimiento del escritor José Luis
Sampedro para la enfermería:
“Hablo – contaba
Sampedro- con la experiencia de una muy grave estancia en la cama de un
hospital y una permanencia de tres meses, las veinticuatro horas de cada día,
como acompañante de una enferma hasta que falleció. Esta última dolorosa
experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras, llegando
a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no las veis los médicos, pues
para mí, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino compañía, esperanza,
alivio, seguridad y confianza”.
“Cuando se está aislado en una habitación horas y horas, viendo cambiar la luz en la ventana, el abrirse la puerta ofrecía sorpresas muy distintas. Si era el médico, siempre le acompañaba la incertidumbre inicial: ¿traía buenas o malas noticias? ¿Cómo evolucionaba el caso? Si era la enfermera su aportación era siempre positiva: la hora de la medicina, o de la tensión, o la temperatura, el alimento o la bebida, el comentario animador.... El mero hecho de verla moverse por la habitación era una garantía de seguridad, de amparo. Un suspiro de alivio se nos escapaba a mi enferma y a mí al abrirse aquella puerta”.
“Y
es que la enfermera aportaba un gran ramo de valores humanos, de los que ahora
tanto se mencionan y tan poco se aplican: ternura, comprensión, compañía para
la soledad, sosiego para la inquietud, tranquilidad. Con el tiempo, alguna
enfermera pasó a otros servicios.... Pero de pronto abrió nuestra puerta, sin
obligación alguna, sólo para preguntar y para demostrarnos el interés directo
que habían llegado a tomarse. Y más de una vez, en los pasillos, me
manifestaron con emoción ese interés refiriéndose a la persona que yo
acompañaba”.
“Para
terminar, mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los
profesionales y a la técnica. (...). Mis enfermeras, pues las quiero llamar
así, hicieron siempre frente a ese reto con la mayor seguridad y eficacia”.
“En
fin, abandoné el hospital tronchado por la inevitable desgracia, pero admirado
y lleno de cariño hacia un grupo profesional tan digno y tan lleno de generosa
humanidad, que no sólo cumplía con su deber, sino que lo hacía con sentimientos
cordiales. Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para
proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la
eficacia con que la realizan”.
José Luis Sampedro (1917-2013) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
José Luis Sampedro (1917-2013) es economista y escritor. Catedrático de Estructura Económica en la UCM (1955-1969). Ha sido subdirector (1962-1969) y asesor (1979-1981) del Banco Exterior de España, y senador por designación real (1977-1979). Entre sus obras destacan, Principios prácticos de localización industrial (1957), Realidad económica y análisis estructural (1959), Conciencia del subdesarrollo (1973), Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967) e Inflación: una versión completa (1976). En el plano literario, es autor de Congreso en Estocolmo, 1952; El río que nos lleva, 1962; El caballo desnudo, 1970; Octubre, octubre, 1982; La sonrisa etrusca, 1985; La vieja sirena, 1990; Real sitio, 1993; La estatua de Adolfo Espejo, 1994; Fronteras, 1995; La caja de las postales, 1997; Monte Sinaí, 1998; El amante lesbiano, 2000 y La senda del Drago, 2006. Es miembro de la Real Academia desde 1990 y está considerado uno de los valores más sólidos de su generación.
Aprovecho esta alusión a este personaje de la
literatura ya que recientemente ha fallecido y así agradecerle de todo corazón
su mensaje. Me alegra que personajes de esta categoría personal y profesional
miren, admiren y hagan público estas vivencias ligadas a los profesionales de
enfermería.
Enlazando el mensaje del escrito con mi
entrada me gustaría hablar del reconocimiento social existente acerca de nuestra
profesión. Ya que si en alguna cosa existe un amplio consenso en relación a la
enfermería es su dificultad para hacerse claramente visible e identificable (1)
Históricamente partimos del supuesto teórico,
verificado empíricamente, que la profesión de enfermería es propia de las
mujeres. Se han asociado en muy diversas sociedades y culturas, y a lo largo
del tiempo, el acto de cuidar con el género femenino. Y además, mientras que la
mujer ha permanecido invisible, recluida, sumisa y sin ningún prestigio social,
la enfermería no ha existido como profesión. Podemos decir que la influencia
del género en la profesión enfermera, ha provocado una falta de reconocimiento
social de la misma, al estar asociados de forma simbólica los cuidados
enfermeros a las cualidades intrínsicamente femeninas. Pero poco a poco esta
visión está cambiando (2). Actualmente son más el número de hombres que
estudian y se dedican a esta profesión, por lo que es un cambio positivo, si
nos apoyamos en la influencia del género en la profesión.
La enfermería es una profesión que ha sufrido
del estereotipo público durante mucho tiempo, estando sujeta a ser vista como
una profesión predominantemente femenina, bajo el mandato médico y sin un campo
competencial propio. De la bilbiografía consultada se puede concluir que la
enfermería es una profesión poco visible y profundamente desconocida, ya que la
sociedad todavía no reconoce plenamente la competencia, autonomía e
independencia de las enfermeras, existiendo una tendencia a verla como una
profesión inferior a la medicina y bajo su sombra. De modo que la mayoría de la
población ignora que la enfermería tiene un campo competencial propio,
relacionándola estrechamente con “tareas” y confiando en ella para las
actividades que se le han asociado tradicionalmente. No obstante, se empiezan a
vislumbrar otras funciones del personal de enfermería, y se va percibiendo como
una profesión menos relacionada con la feminidad y más preparada que antaño
(1).
He escrito sobre este tema ya que
considero importante que como profesionales de enfermería, debemos reflexionar
sobre lo que hemos logrado y dónde estamos, para así poder definir bien lo que
somos y lo que queremos ser y proyectar a la sociedad la imagen real de nuestra
esencia como profesionales que somos.
Nuestro comportamiento se refleja
en nuestra imagen, por eso somos los primeros responsables de este aspecto ante
la sociedad. Si como profesión no somos capaces de “transmitir” lo que somos y podemos ofrecer, difícilmente la
sociedad entenderá nuestra disciplina.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:
Hola María
ResponderEliminarUn epílogo de agradecimiento muy certero.